"Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. La verdad puede ser descubierta por cualquiera de nosotros, sin la ayuda de autoridad alguna; al igual que la vida, está siempre presente en un sólo instante"

Jiddu Krishnamurti

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Wednesday, April 30, 2014

La subsunción del individuo

Una exquisitamente acertada descripción sobre la verdadera función que cumplen los sistemas educativos nos la da el autor y activista estadounidense John Taylor Gatto, cuando define a la educación formal moderna como: la subsunción del individuo.
Gatto, quien es profesor retirado, crítico del sistema pedagógico norteamericano y autor de varios libros sobre el tema, explica que los sistemas educativos, por diseño y mediante su carácter compulsivo, esencialmente se encargan de entrenar y estandarizar al estudiante sustrayéndole su individualidad, independencia de juicio y capacidad de auto determinación con el fin de convertir a la población en una “masa homogénea de consumidores atomizados manipulable de acuerdo con principios científicos”. La educación formal constituye entonces un subsistema con la función específica de formar individuos dependientes para que encajen como sumisos y complacientes engranajes dentro de la enorme maquinaria que es el Sistema.
El carácter obligatorio de la educación estadounidense es introducido durante el siglo XIX en momentos cuando nacía una poderosa oligarquía empresarial, financiera e industrial y sus enormes fortunas influenciaban en los varios ámbitos de la realidad política de aquel momento. Surgió entonces la necesidad de una clase y mano de obra que cumpliese con las exigencias de la realidad social de la época: lo suficientemente preparada y tecnificada como para mantener la maquinaria operante (en el sentido literal y político), pero al mismo tiempo entrenada para desempeñar sumisamente con sus funciones asignadas sin alterar el orden que pretendía aquella emergente e influyente clase corporativa. La disciplina, la obediencia, desalentar el pensamiento crítico y todos aquellos valores y enseñanzas que convengan al poder y justifiquen la organización jerárquica, vinieron a hacer parte del currículo pedagógico. Es decir, el programa educativo vino a constituir un apéndice del Estado o de la clase dominante, e instrumento y proceso, convenientemente obligatorio, mediante el cual la población viene subsumida a sus intereses. Aunque Gatto se refiera específicamente al sistema estadounidense, las dinámicas y propósitos de la formación educativa en general son los mismos en la gran mayoría de los países en donde una minoría privilegiada detenta el poder sobre las mayorías.
El modelo educativo bajo el cual se basan el estadounidense y la mayoría de los sistemas actuales en el mundo es el que se desarrolló en la Prusia del siglo XVIII el cual fue el primer Estado de la era moderna en aplicar el carácter obligatorio de la educación a su población. La iniciativa partió de la clase dirigente y su objetivo era esencialmente el de crear un individuo manejable que cumpliese con las exigencias de la élite de aquel Estado monárquico militarista. Como insistentemente concluye Gatto, la esencia de estos sistemas no es la de incrementar nuestra inteligencia, infundir verdadera educación, desarrollar la persona, ni crear una sociedad pensante y prospera; sino lo contrario: formar una población dócil inculcándola con valores, consciencia y preparación básica suficientes solamente con el principal propósito de rendirla fácilmente manipulable por parte de las estructuras de poder.

“Las academias que se forman a cargo del Estado se instituyen no tanto para cultivar las mentes, cuanto para embridarlas.”
Baruch Spinoza (1632-1677) Filósofo holandés, de origen judeoespañol.

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