A diferencia de esa tendencia pasiva y
conformista en la que muchos incurrimos de ciegamente emular a la multitud adoptando
comportamientos, corrientes de opinión y pautas predominantes; el pensamiento
crítico es su total antípoda: es un intelecto pura e imprescindiblemente
individual, esencialmente analítico, radical y alcanzable solo mediante un
elevado sentido de conciencia.
Toda imaginación, pensamiento y juicio
son inherentemente propios en nuestra persona puesto que el cerebro es nuestro,
único y de nadie más. Pero esto no quiere decir que seamos libres de condicionamientos
o de influencias externas. Tendemos a asumir nuestras nociones y creencias
individuales como propias y certeras generalmente por el simple hecho de que
resuenan con el sentido común y nos reconfortan, pero también debido a que
nunca han sido debidamente cuestionadas ni desafiadas. Es decir, solemos creer por
comodidad, tradición o por simple inercia, y no por analizar fría y críticamente
aquello en que ordinariamente, y a menudo fanáticamente, solemos creer.
El pensamiento o razonamiento crítico es
la manera de cuestionar de verdad las cosas, reconocer su valor y poder
discernir la falsedad, el condicionamiento, la manipulación e imposiciones. Pero
requiere esfuerzo. Es muy fácil ser conformista y sospechar solamente sobre lo
extraño, lo desconocido y comúnmente desdeñado; mucho más difícil es cuestionar
nuestras verdades más fundamentales asumidas durante una vida, poner en tela de
juicio lo convencional y tradicionalmente aceptado. ¿Qué es lo que realmente
motiva al hombre? ¿Somos verdaderamente libres, o acaso inconscientes de
nuestra condición de esclavitud? ¿Qué es la humanidad, y qué es la libertad
realmente? Son preguntas para reflexionar, quizás aparentemente simplistas para
el incauto, pero cuya investigación e introspección en aras de encontrar alguna
respuesta medianamente satisfactoria puede tomar una vida entera.
El pensador crítico no toma nada por sentado,
sino cuestiona incesantemente de forma objetiva y analítica todo lo generalmente
sostenido como verdad por la sociedad, por los medios, academias, instituciones,
tradiciones y autoridades, en la materia que sea. Pero más que todo, se
cuestiona a sí mismo buscando reconocer la ilusión y lograr en lo posible una
imagen más clara de la realidad, disponiéndose al cambio y ampliando así las
perspectivas, el conocimiento y los horizontes. Sócrates
enseñaba que no solamente cualquiera tiene la capacidad de pensar, sino que es
una responsabilidad.
Solo así, con independencia de juicio y
de pensamiento se puede llegar a ser individuos soberanos verdaderos dueños de
sí mismos y alcanzar la autodeterminación. Numerosas estructuras y órdenes
predominantes en nuestras sociedades, particularmente los jerárquicos, dependen
de un individuo conformista con escasa disciplina intelectual y capacidad
analítica. Sin embargo una sociedad realmente sana no puede hacer a menos que
beneficiarse de estar conformada por individuos pensantes, críticos responsables
y, principalmente, con un elevado nivel de conciencia.
"Emancípense de la esclavitud mental. Solo nosotros mismos
podemos liberar nuestras mentes"
Bob
Marley, músico y compositor jamaiquino
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