Si suponemos que el universo es
infinito, entonces por lógica consecuentemente debemos asumir que no pudo haber
existido un principio, ni tampoco jamás habrá un final. Un universo infinito no
solo es inmensamente grande, sino que por definición su magnitud es
indeterminable tanto en el espacio como en el tiempo, ya que bajo todo sentido
carece de limitaciones. Este tipo de instropecciones no son meras abstracciones
metafísicas, sino que tienen consecuencias en nuestras vidas. Una implicación del
infinito es que no puede existir un Creador Universal o Dios.
Según la teoría del Big Bang, modelo
imperante para explicar el cosmos, el universo tuvo su origen en una enorme
explosión cósmica ocurrida hace aproximadamente unos 13.8 mil millones de años.
Qué existía antes de aquel momento los físicos poco se aventuran en elaborar, limitándose
a teorizar que antes de aquel instante primigenio no existía nada, ni siquiera
el tiempo. Habría que preguntarse porqué el universo decidió de nacer
precisamente en aquel particular momento y no, digamos, unos 10 o 300 mil
millones de años antes. Aunque este modelo aun tiene muchas preguntas sin
resolver, súbitamente desde un principio la religión acepta esta teoría
implicando que Dios es el causante del Big Bang.
En este sentido no existe ninguna
discrepancia entre ciencia y religión, puesto que ambas presumen que la
existencia tuvo un inicio; casual y espontaneo según la ciencia, y divinamente
inducido según la religión. Pero, por el contrario, un universo infinito por
defecto excluye una causa que lo origine, así como de cualquier entidad que lo
trascienda -Dios-, puesto que por definición y por lógica nada puede anteceder ni
superar al infinito. La Iglesia Católica elude el asunto convenientemente sosteniendo
en un simplismo que solamente Dios es infinito.
El infinito, o un universo sin
principio, parece ser un concepto difícil de aceptar por la mente humana. Ello
es, seguramente, debido, como dijo Bertrand Russell, a nuestra escasa capacidad
imaginativa. Pero también se debe al hecho de que el concepto de un Ser Supremo
del universo tiende a ser propiciado por las élites ya que nuestras sociedades e
instituciones (incluyendo la religión) están estructuradas en base a una jerarquía
del poder, la cual haya un respaldo ideológico, y auto asignada legitimidad, en
un cosmos subordinado con un Creador en su cúspide. Un universo infinito desmonta
este orden, y he aquí la principal razón por la que este bello y fundamental
concepto tiende a ser desestimado a expensas de la idea de la Creación. ¿Aceptaría
el religioso llamar a Dios con otro nombre, por ejemplo: Infinito?
Fundamental es diferenciar que el Big Bang
es solamente una representación elaborada por el hombre, una imagen
aproximativa de la realidad y no reflejo de la verdad cósmica. De igual
importancia es reconocer que la religión hace exactamente lo mismo, aunque con
otro lenguaje. El mapa (desde luego una creación humana) no es el territorio. El
territorio, es decir la realidad y que incluye al cosmos, es vasta, incommensurable,
indefinible e infinitamente mas grande que cualquier concepción que jamás podrá
alcanzar la mente humana.
“Vamos a requerir de una manera sustancialmente nueva de pensar si la
humanidad va a sobrevivir."
Albert Einstein
2 comments:
Estoy absolutamente de acuerdo con tu análisis. Encontré excelente material en este Blog, así que mis felicitaciones por tu trabajo. Sin ánimo de polemizar, pero la expansión del Universo está probada, medida y monitoreada desde hace más de medio siglo. Que la tasa de expansión está acelerando, también está (desgraciadamente) probada. La idea de un Big Bang fue rápidamente abrazada por la Iglesia sin ver que en realidad era una especie de salvavidas de cemento. Porque si la función de Dios fue empujar el Big Bang, habría que decir que no intervino más a partir de ese momento, y que el Universo siguió evolucionando solo a partir de las leyes que se determinaron en el momento de la explosión. Bueno, da para mucho. Te mando un saludo afectuoso.
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