Creer en un Ser Supremo, Creador o Dios, es decir en una entidad rectora del universo entero, equivale a incurrir en una forma de supremacía. No cualquiera, sino su máxima expresión. Y el religioso, sin saberlo, es quien mejor personifica este enunciado. Si bien existen todo tipos de supremacías como la racial, la militar, supremacía geopolítica, deportiva, etc.; ¿cuál mejor expresión de superioridad absoluta que la de creer en un Ser que crea, rige, juzga y sostiene la totalidad del universo entero? En otras palabras: creer en Dios equivale a ser un supremacista.
El dios que tantas religiones presuponen situado en la cúspide de un cosmos jerarquizado es un Ser que lidera el escalafón universal en el cual todas las cosas existentes forman parte. Pero es menester reconocer que esta visión particular del universo es una suposición del hombre, un concepto particular asumido y no necesariamente un reflejo de la realidad cósmica universal.
Esta presuposición de un cosmos estructurado con un Ser Supremo Omnipotente en su cima constituye la base y justificación de los sistemas autoritarios y la aplicación de la jerarquía del poder en nuestras sociedades. La organización piramidal conformada en su cúspide con el Rey, Papa o representante demócrata, es entonces una disposición terrenal que refleja el supuesto orden celestial. El poder por conveniencia y necesidad ha siempre apoyado esta visión particular de un cosmos jerarquizado, y por ende de Dios.
Esta perspectiva se contrapone drásticamente a la de un universo libre, ecuánime, anárquico, sin Ser Supremo, cúspide, barreras, principio, ni fin; es decir un universo infinito. La visión panteísta es compatible con la de un universo infinito en donde Dios es inherente en toda la existencia, y no exclusivamente en algún plano superior, trascendente. Según el panteísmo la divinidad está en toda la realidad, es inmanente en todas las cosas sin exclusión alguna; lo que estructuralmente descarta un cosmos constituido con un centro o cúspide y un ente supremo. Promulgadores de este tipo de visiones han sido opuestos por la Iglesia por considerar dichos conceptos heréticos. Giordano Bruno, quien quizás sea el caso mas emblemático, fue condenado a la hoguera por tales ideas. No sin razón, y viéndolo como una amenaza al orden jerárquico eclesiástico, el Papa Pio IX decide en 1864 formalmente condenar al panteísmo.
El religioso podrá aludir no ser un supremacista ya que según él Dios es el único ser supremo. Pero es una exclamación algo ingenua por jamás haber considerado a profundidad las implicaciones de vivir en un universo infinito, y también por relegar su capacidad de discernimiento a un poder terrenal que se arroga el derecho de interpretar el cosmos a su conveniencia e imponer su visión particular.
"Nuestro propósito en este universo es darle un propósito al universo"
Anónimo
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