"Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. La verdad puede ser descubierta por cualquiera de nosotros, sin la ayuda de autoridad alguna; al igual que la vida, está siempre presente en un sólo instante"

Jiddu Krishnamurti

Secciones

Tuesday, July 1, 2014

Monoteísmo, patriarcado y autonomía

Nuestra fe en lo invisible, en aquello difícil de concebir y comprender como un Dios Creador del universo, tiene una implicación directa y palpable en nuestras vidas. Su influencia reside esencialmente en la definición que le atribuyamos a lo indefinible, a aquella fuerza etérea que imaginamos existe o percibimos en alguna manera, y que la mayoría simplemente llamamos Dios.
El poeta sirio Ali Ahmad Said, varias veces candidato al Nobel de la literatura y conocido por el pseudónimo de Adonis, hace referencia a la relación existente entre nuestras creencias religiosas y su impacto patente en nuestras formas de vivir cuando expone cómo el monoteísmo se encuentra atado con el patriarcado. Adonis afirma, acertadamente, que el monoteísmo es la negación del otro: “para un cristiano, un hebreo o un musulmán la relación con el prójimo está constreñida dentro de un marco estrictamente religioso, perdiéndose la centralidad del ser humano en sí.” Asevera que “su crítica no es contra la fe, cualquiera que ella pueda ser, sino contra las instituciones religiosas, puesto que el patriarcado está conectado a la idea de un Dios padre absoluto, y niega la diversidad femenil.”
La diversidad que ello niega no se limita únicamente a la de género. Patriarcado y monoteísmo son sinónimos de poder: ambos implican y defienden la existencia del amo y el subyugado, de la jerarquía y la subordinación a la autoridad. Consecuentemente en la sociedad se imponen los sistemas de control centralizándose el poder e institucionalizándose el privilegio, la supremacía, la desigualdad y la visión única (la promovida por el poder). Las numerosas organizaciones, instituciones y sistemas políticos y económicos que prevalecen en nuestras sociedades, incluyendo a las tres principales religiones monoteístas del planeta así como otras, son estructuras predominantemente jerárquicas con una cúspide minoritaria y generalmente patriarcal en sus cúpulas. La jerarquía debilita al individuo puesto que depende de su reducida autonomía a la vez que el concepto de un Ser Supremo justifica dicho sistema bajo todo aspecto, incluyendo el metafísico.
Mientras que el monoteísmo es esencialmente absolutista y excluyente; tanto en el politeísmo como en el henoteísmo y en el monolatrismo una deidad tiende a prevalecer por sobre otras. Pareciera ser que todas formas de deísmo y teísmo requiriesen de algún sistema jerárquico con algún dios, jefe o figura única poderosa en sus cúspides, no diferenciándose mucho este orden de cosas celestial con nuestra aparente necesidad humana de venerar o de ansiar ser liderados. Si Dios no existiese habría que inventarlo, refirió Voltaire.
Adonis nos recuerda que “el patriarcado y el monoteísmo solamente tienen tres mil años de historia, pueden terminar, ya que la humanidad vivió bien sin ellos”. Históricamente el poder político se ha justificado ante las masas mediante el principio del derecho del mandato divino concedido por, y en colusión con, el poder religioso. Nada más demostrativo en apoyo de dicha realidad que la metáfora del buen pastor dueño y guía del inocente y confuso rebaño de borregos tan frecuentemente referida por el sacerdote, tácitamente implicada por el político, y tan sucintamente narrada en la Biblia.

"Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre
libre o esclavo"
Franz Grillparzer (1791-1872) Dramaturgo austriaco.

No comments: