"Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. La verdad puede ser descubierta por cualquiera de nosotros, sin la ayuda de autoridad alguna; al igual que la vida, está siempre presente en un sólo instante"

Jiddu Krishnamurti

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Wednesday, November 27, 2013

La mente gregaria

Una peculiaridad que es común al ser humano en sociedades y épocas a lo largo y ancho del globo es el deseo o necesidad que muchos sentimos de seguir a la multitud, de ser parte de ella y conformársele; y una especie de temor a parecer distinto, a tener una actitud contraria o minoritaria a lo común y establecido. Esta actitud gregaria de ciegamente emular ciertas pautas predominantes –las cuales pueden ir desde la moda en ropa interior hasta complejos conceptos filosóficos- se manifiesta de manera particularmente aguda cuando quienes las imponen o pronuncian son personas de importancia, fama o en posición de autoridad.
Ir contracorriente, en dirección distinta a la perspectiva y opinión predominante en la conciencia del colectivo, es decir ser anti conformista, tiende generalmente a ser visto de manera despectiva y sospechosa por parte de la sociedad. Las posturas radicales, o simplemente diferentes o minoritarias -y en el campo que sea- tienden a ser consideradas de la misma manera despreciativa, no porque su contenido sea necesariamente inválido; sino principal y primordialmente debido a esa tendencia pasivamente conformista del común de las personas hacia lo establecido y predominante, y a percibir lo diferente, extraño o novedoso como amenazante.
Esta situación nos induce a pensar que cuando en alguna manera discrepamos con lo acostumbrado y albergamos visiones y actitudes que la mayoría no comparte, pues que algo debe estar mal en nuestra persona, que hay algo que no estamos haciendo bien. Las presiones de la sociedad nos inducen a conformar y a evitar la disimilitud, tanto de manera consciente como subconsciente. Sin embargo, es una actitud sumamente equivocada tanto por parte de quien se ve obligado a asumir tales actitudes de resignación así como por parte de la sociedad que induce al individuo a asumirlas. No es el conformismo lo que es imprescindible para vivir en sociedad, sino la tolerancia y el respeto.
Especialmente en el campo del pensamiento y de las ideas, evitar o suprimir la disimilitud en aras de conformar es dañino: coarta la expresión del individuo, su capacidad de independencia y consecuentemente el crecimiento de la sociedad. Así, el razonamiento y el intelecto tienden a tornarse gregarios, perdiéndose de esa manera esa originalidad individual innata con la que todos venimos al mundo. Que una opinión particular sobre cualquier tema sea la que prevalezca en el colectivo no es razón para considerarla como la verdad, mejor, ni tampoco necesariamente como la más adecuada. Igualmente, una perspectiva minoritaria no puede ser considerada como inválida sencillamente por no prevalecer por sobre otras. La diversidad no va vista como un perjuicio, sino como un aporte mediante el enriquecimiento de perspectivas distintas y originales. Para progresar, avanzar y crecer, la sociedad necesita que constantemente emerjan ideas nuevas, innovadoras y creativas; y éstas solamente surgen de la tolerancia y de la individualidad.

“Nada hay más peligroso que una idea cuando no se tiene más que una.”
Alain Emile Chartier (1868-1951) Filósofo y ensayista francés.

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