"Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. La verdad puede ser descubierta por cualquiera de nosotros, sin la ayuda de autoridad alguna; al igual que la vida, está siempre presente en un sólo instante"

Jiddu Krishnamurti

Secciones

Monday, July 15, 2013

Desmonopolizando la fe


     Así como los dogmas y fundamentalismos no son excesos que pertenecen únicamente a las religiones, tampoco es la fe una potestad o cualidad exclusivamente religiosa. La palabra fe tiene sus raíces en el verbo latín “fidere” que sencillamente significa creer o tener confianza en algo o alguien. Aunque generalmente tiene una connotación religiosa, el concepto de fe, o confianza, en sí, constituye uno de los pilares fundamentales de la convivencia humana. Creer en la palabra del prójimo, en las instituciones, en las obligaciones comerciales, en las autoridades y en un sinfín de cotidianidades que generalmente tendemos a dar por dadas, es lo que crea la cohesión y condiciones necesarias para que la sociedad pueda funcionar como tal.
Generalmente no nos percatamos del rol fundamental y extensivo que la confianza juega en innumerables aspectos de nuestras vidas. Cuando leemos los periódicos y escuchamos las noticias, es precisamente la fe lo que nos permite creer en las informaciones que estamos percibiendo, puesto que generalmente no tenemos manera de corroborar personalmente hechos reportados desde miles de kilómetros de distancia, apartados en el tiempo, ni pronunciados por desconocidos. Igualmente sucede con la enseñanza académica: es fe en nuestros profesores así como la de éstos en sus predecesores y en autores distantes lo que nos permite aceptar informaciones y datos provenientes desde eras lejanas. Es nuestra confianza y fe en los sistemas políticos, económicos y sociales el principal factor que los sostiene y perpetúa.
Bien es cierto que las religiones se fundamentan en eventos fuera de lo ordinario, por lo cual requieren de la fe para poder sustentarse, y de ahí que esta palabra tiende a ser asociada casi exclusivamente con contextos de difícil corroboración. Sin embargo no se puede vivir sin fe.  El hombre necesita creer para vivir: en el futuro, en el amor, en la familia, la amistad, en uno mismo. Incluso el ateo y el nihilista creen: creen en aquello que profesan. Pensar es creer. Es decir, la fe es un aspecto humano universal del cual todos hacemos uso instintivo en algún u otro grado todo el tiempo en innumerables aspectos de la vida cotidiana, pero que ha sido desafortunadamente, digámoslo así, “monopolizado” por las religiones. La expresión “tener fe” no tiene por qué estar ligada exclusivamente con lo religioso, con Dios, ni ciegamente con lo incomprobable. Como dijo Tolstoi: “La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es porque cree en algo”.
El politólogo estadounidense Francis Fukuyama en un interesante libro titulado “Trust” (confianza), expone un estudio realizado a nivel global en donde demuestra cómo aquellas sociedades en donde prevalecen mayores niveles de confianza en las relaciones humanas gozan de mayor espíritu colaborativo y prosperidad con respecto a aquellas en donde impera la desconfianza. A pesar que este aspecto tan fundamental para la convivencia es abusado por el malintencionado, por elites perversas, y corroído por la difidencia; la fe y la confianza no solamente constituyen la base de una sociedad sana sino que, tal como lo expone Fukuyama, también son un factor imprescindible para el progreso y el avance económico.

         “La buena fe es el fundamento de toda sociedad, la perfidia es la peste.”
             Platón (427 AC-347 AC) Filósofo griego.

No comments: