Del inglés plausible deniability, la negación
plausible se refiere a una condición por la cual una persona u organización puede,
de manera segura y creíble, negar el conocimiento de cualquier verdad que pueda
existir. Esencialmente se trata de la retención de información por parte de
altos funcionarios sobre actos abusivos o ilegales conducidos de su parte y de
tal manera de poder alegarse que los hechos nunca ocurrieron. Aunque el
concepto no es algo nuevo, el director de la CIA Allen Dulles, durante los años
50, fue el primero en acuñar y utilizar la expresión públicamente.
El término es un concepto
legal en la jurisprudencia estadounidense y goza de un vasto uso particularmente
en los campos político y del espionaje. Mediante este concepto, estructuras de
poder y cadenas de mando pueden, de ser necesario, oficial y legalmente negar
la existencia de órdenes particulares impartidas por sus jerarquías. La
creación misma de esos poderes y cadenas de mando está llevada a cabo con el
concepto de la negación plausible implícito en sus estructuras desde un
principio. De este modo, organizaciones como la CIA pueden llevar a cabo
acciones delictivas, como por ejemplo asesinatos, y poder negar, por parte de
sus más altos oficiales, cualquier nexo y conocimiento de dichas ordenes así
como de los agentes involucrados, y de no implicar al Presidente del país en manera
alguna, aun siendo el presidente abiertamente partidario de tales ejecuciones.
El concepto, además de
servirnos para entender ciertos aspectos de la realidad política
estadounidense, también nos sirve para vislumbrar una realidad poco reconocida sobre
el mundo de la literatura. Muchos escritos de ficción en realidad no son
creaciones imaginarias de una mente súper dotada, sino relatos de episodios
realmente acontecidos aunque camuflados en un formato de novela mediante la
asignación de personajes, escenarios, nombres y lugares ficticios. Agentes secretos,
activistas, pensadores e intelectuales con visiones e historias peligrosas que
contar han recurrido a la forma ficticia como una manera segura de exponer sus
verdades o visiones evitando así posibles represalias o consecuencias no
deseadas; es decir evadiendo responsabilidad directa. La historia de la
literatura está repleta de obras que por necesidad ante la censura y el peligro
de la persecución, la condena o el ostracismo, han recurrido a la narrativa de diálogos
alegóricos, sátiras o comedias como forma aceptable para exponer vivencias,
visiones y realidades.
Además, es importante
tener presente que es más fácil contar verdades que inventarse mentiras. En una
obra de ficción no se le acusa ni involucra directamente a nadie en particular
de la vida real, ni tampoco se crea ningún perjuicio, puesto que todo lo que en
ella acontece es -supuestamente- pura historia inventada. Es la negación
plausible del autor. Así pues, ¿cuantas verdades y realidades estaremos
entonces desestimando equivocadamente tomándolas por meras ficciones? Seguramente
muchas. Tal y como dijo Mark Twain: “la única diferencia entre ficción y
realidad, es que la ficción debe ser creíble”.
"La verdad es más
extraña que la ficción”
Mark Twain (1835-1910)
Escritor y periodista estadounidense.
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