"Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. La verdad puede ser descubierta por cualquiera de nosotros, sin la ayuda de autoridad alguna; al igual que la vida, está siempre presente en un sólo instante"

Jiddu Krishnamurti

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Monday, July 11, 2011

El dinero como extensión humana

El dinero, en cualquiera de sus formas de uso moderno tales como: el papel moneda, cheques o crédito, es, como las piedras, cuchillos y como cualquier otro instrumento, material inerte sin consciencia ni valor propio alguno hasta que el hombre le asigne, atribuya su intención, uso y deseo. El tal llamado valor propio inherente o intrínseco de metales como por ejemplo el oro y la plata, en realidad no son propios como tales; sino que son, así mismo, valores arbitrarios asignados por el hombre mediante un sistema económico predominante el cual también es de su creación.
El propósito esencial del dinero es el de servir de instrumento como medio de transacción de aceptación común en una sociedad para el intercambio de bienes y servicios. La legitimidad y el valor asignados por el Estado a las monedas y los billetes, los cuales no son más que simples piezas metálicas y trozos de papel, es lo que convierte a esos materiales (y bits digitales) en dinero, medio de transacción oficial. El dinero o capital en sí no es la fuente de la riqueza como comúnmente se cree, sino al contrario, el reflejo de la riqueza producida por la sociedad; entendida esta como una generación, mediante la producción y el comercio, de bienes y servicios. El dinero, el cual como instrumento sirve para continuar generando riqueza, es esencialmente un facilitador o símbolo, y secuela del sistema que hemos asumido para producir y desarrollar.
Es ahí donde reside la principal fuente de riqueza en todo el sentido de la expresión: en el poder creativo de la persona humana. La prosperidad y el progreso son la consecuencia de esa facultad creadora innata y presente en todo individuo puesta a buen uso y fin: a producir, innovar, intercambiar, crecer. Pero a la vez, desafortunadamente, el dinero, al igual como cualquier otro instrumento, también sirve para destruir, hacer daño y puede producir involución. Sirve para financiar terrorismo, sicarios, corromper, traficar con drogas y con humanos, y para financiar los instrumentos bélicos más devastadores. Nuevamente, es aquí donde podemos darnos cuenta que el dinero es esencialmente un instrumento, nada más. Su uso y destino, para bien o para mal, para construir o para destruir, depende del hombre, del empleo que hagamos de nuestra disposición y capacidad creadora, imaginación, actitud y visión del mundo.
Pensar que eliminando el dinero solventamos los problemas del mundo es tan ingenuo y desacertado como pensar que eliminando las armas nos deshacemos del odio, la locura y las injusticias. Este tipo de estrategias son una distracción, es concentrarse en las secuelas y no en el sistema y estructura que las causa, ni en el hombre, que es la raíz de donde surgen todos los síntomas. Que el amor al dinero sea el origen de todos los males es una difundida frase pronunciada desde tiempos bíblicos, pero tal como lo resalta la expresión: el verdadero mal no es el dinero en sí; sino cuando en vez de utilizar sus instrumentos para crear y producir, el hombre, glorificándolos, se convierte en un instrumento y esclavo de su propia creación.

“Ninguna nación fue arruinada jamás por el comercio.”
Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense

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