"Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. La verdad puede ser descubierta por cualquiera de nosotros, sin la ayuda de autoridad alguna; al igual que la vida, está siempre presente en un sólo instante"

Jiddu Krishnamurti

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Sunday, September 5, 2010

La mente y el mundo

"Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado”
Buda

Nuestra vida está determinada por lo que albergamos en la mente, por nuestros patrones de pensamiento, enfoque mental y sistemas de creencias. Nuestras actitudes son una consecuencia de nuestro estado mental. Nuestras acciones son el resultado, la consecuencia de nuestras actitudes asumidas. En fin, todo lo que somos y hacemos tiene origen en los pensamientos que albergamos en la mente.
En otra frase similar, Buda decía que con los pensamientos hacemos el mundo. Cierto. El mundo moderno en el que vivimos, las circunstancias y condiciones que imperan en la actualidad y prácticamente todo lo que llegamos a observar a nuestro alrededor, con la excepción de la madre naturaleza, son el resultado de las acciones del hombre, llevadas a cabo, permitido gracias a su pensamiento.
Por bien o por mal, el mundo que hemos construido, sus sistemas, estructuras y modelos, son producto de la mente y obra del hombre. Guerras, hambre, injusticia y la inmoralidad que predominan por todas partes también son el resultado de decisiones humanas, consecuencia de un modelo particular asumido. Las formas de convivencia del ser humano, la solidaridad, la hermandad o la competencia y la enemistad, son el resultado así mismo de actitudes asumidas, de un enfoque, visión particular sobre la vida. No podemos construir sin antes idear, imaginar, aunque en su forma más vaga, aquello que deseamos ver plasmado. Y, aunque requiere menos esfuerzo, la destrucción y la decadencia también son consecuencia de una decisión de la mente: olvido, envidia, negligencia, venganza, rencor, ira, etc. El no tomar decisión alguna es en sí una decisión, y con su respectiva consecuencia.
Tenemos la libertad, innata en todo ser humano y permitido por el libre albedrío, de tomar iniciativas, de asumir una actitud positiva, constructiva; o por el contrario, una negativa. Dios no obliga ni condiciona, de hecho nos ha concedido la libertad de escoger. Pero todo tiene su consecuencia en esta vida, incluyendo nuestros más banales pensamientos. Circunstancias positivas en la actualidad, tanto colectivas como individuales, son la consecuencia, las repercusiones de acciones, decisiones y actitudes positivas asumidas en tiempos anteriores, y lo mismo vale para aquellas negativas. El presente es una función del pasado.
¿Por qué entonces asumimos una actitud negativa cuando tenemos la libertad de escoger una positiva? Bien es cierto que muchas circunstancias y condiciones obligan, pero también es importante reconocer que esas circunstancias y condiciones no representan una situación única, inevitable, ni obligatoria; sino que son una creación del hombre. Son el resultado no de un ineludible ni inevitable destino escrito en piedra; sino el producto, la consecuencia de decisiones tomadas, de un conjunto de pensamientos y actitudes particulares asumidas previamente, perpetuadas por nuestras actitudes. En otras palabras, una alternativa siempre es posible. Y sin embargo al mismo tiempo continuamente olvidamos que tenemos la libertad, siempre presente en el ser humano, de escoger, de cambiar actitud, de enfocar buenos pensamientos.
Resulta muy fácil dar la culpa de cuanto acontece a Dios, al Diablo, o a alguna ineludible causa externa. No solamente es una manera de evadir responsabilidades; sino que, más importante aún, obviamos nuestra verdadera capacidad interior, la importancia de respetar la vida, al prójimo, y de mantener una mente positiva y una actitud proactiva.

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