Esencialmente, la filosofía es el arte del pensar crítico y profundo sobre las cosas, sobre la realidad. Una definición más completa es la que la explica como el estudio de una variedad de problemas fundamentales acerca de cuestiones como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente y el lenguaje. El término “filosofía” nos viene de los antiguos griegos, quienes comenzaron la tradición filosófica en el mundo occidental, y su significado literal es “amor por la sabiduría”.
No puede existir un techo, límite, criterios, reglas ni directriz alguna en cuanto a una cuestión tan amorfa, libre e ilimitada como lo es la mente y el pensamiento. Los primeros grandes filósofos de la historia en el mundo occidental como Tales de Mileto, Platón, Epicuro, Sócrates y tantos otros, no aprendieron su sabiduría en una enseñanza particular en algún instituto o academia; de hecho fueron ellos los primeros en la historia, en occidente, en establecer escuelas para perpetuar sus aprendizajes y sus enseñanzas. Su aprendizaje y sabiduría consistían principalmente de la experiencia, observando detalladamente los diversos patrones de la vida y de la naturaleza, analizando el comportamiento humano, cuestionando las cosas y, con el razonamiento, la introspección interior y una profunda imaginación y percepción aguda de la realidad, meditaban sobre la vida y el universo en aras de obtener una mejor comprensión. Pudiésemos resumir diciendo que estudiando la filosofía aprendemos a pensar de manera crítica, a razonar, a ponderar sobre esta nuestra realidad, y así haciendo, engrandecemos nuestra consciencia.
Aunque un diploma en filosofía no es imprescindible para aprender a pensar de manera independiente y crítica, una simple exploración en esta materia puede servir de ímpetu en ayudarnos a considerar y profundizar aspectos de la realidad que de otra manera generalmente no tenderíamos a tomar en cuenta, aspectos sin embargo significativos e importantes. Como dijo el escritor y filósofo francés Diderot hace un par de siglos: “el primer paso hacia la filosofía es la incredulidad”. Incredulidad no hacia lo sospechoso, extraño, fuera de lo convencional o contrario, esa es la parte fácil; sino hacia todas las cosas en general: incredulidad y duda hacia lo tradicional y familiar, la educación e historia generalmente impartidas, las estructuras de poder económicas, políticas, religiosas, académicas y mediáticas, lo más evidentemente obvio, indiscutible y comúnmente aceptado y, especialmente, hay que ser incrédulo hacia uno mismo, interrogándonos y cuestionando nuestras convicciones, presuposiciones, conceptos y valores más profundos, fundamentales y arraigados.
Ese es el camino hacia el entendimiento, el verdadero saber, conocimiento, y hacia la independencia del pensamiento, y de eso se trata la filosofía. Hagamos una resolución no solamente de año nuevo sino de vida: no en simplemente tomar las cosas por dadas, sino de estudiar la vida con profundidad y perspicacia, conocerla, interrogarla y examinarla a fondo, aprender de ella de sus constantes sorpresas e infinitos misterios ya que sus enseñanzas son inagotables, ponerlas a buen uso, y de crecer en la incesante búsqueda por el mejoramiento, la superación y la realización humana. De eso se trata la sabiduría.
"El ignorante afirma; el sabio duda y reflexiona."
Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.
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