¿No
es acaso extraño y contradictorio el hecho de que muchos de los que se burlan
del tema ovnis y seres del espacio, al mismo tiempo acepten la noción de que se
pueda caminar sobre el agua?
Que inverosimilitudes tales como una mujer
dando a luz sin jamás haber concebido, o que se pueda regresar a esta vida
después de muerto, así como otras extravagancias y violaciones de las leyes
físicas, componen los basamentos doctrinarios de lo que es la religión
cristiana. Tan fundamentales son para el catolicismo que tales excentricidades
son consideradas a la letra como hechos irrefutablemente históricos no aptos ni
al debate ni a la interpretación. Debido a su carácter tan insólito, la única
manera de que la mente racional acepte semejantes portentos es mediante la fe,
por supuesto. Llamarlos mitos sería una blasfemia o cuando menos una
inconsideración según la Iglesia.
Sin
embargo, la única evidencia en que se sustentan aquellos asombrosos hechos
reportados por los evangelios, son los evangelios mismos. Pese a ello, hoy día
en el mundo más de 2 mil millones de personas afirman ser de religión
cristiana; es decir, estas personas literalmente creen en algo tan
extraordinario como en que un hombre logró caminar sobre el agua, ente otros
milagros. Muchas otras religiones por supuesto, además de la cristiana, se
basan en hechos de similar naturaleza extraordinaria, pero no osemos referirlos
como meras alegorías.
Ovnis
y extraterrestres podrán ser tema de burla y minimización para muchos, pero
aplicar estas mismas caracterizaciones a lo que usualmente predican las
religiones equivale a una condena, o algo peor. Y sin embargo no hay duda
alguna de que los casos legítimos de ovnis avistados – incluyendo aquellos que
implican una proveniencia extra terrestre - son mucho más numerosos que quienes
han logrado ver Dios. ¿Por qué entonces creer ciega y fervorosamente en lo que
además de carecer de evidencia alguna resulta ser impenetrable; y no en aquello
que no solamente goza de abundante evidencia, sino que es tanto más tangible y
accesible para la mente humana?
No
se trata de negar los prodigios reportados en los evangelios, ni el concepto de
un Creador universal, ni menos aún la divinidad. Pero viene la pregunta sobre
qué es más factible: ¿la prosaica existencia de vida en otros planetas, o los
enigmáticos portentos predicados por las religiones? Y si todo fuere una
cuestión de fe en virtud de la carencia de evidencias y carácter extraordinario,
¿entonces por qué no colocar ambos escenarios en un mismo plano en lugar de santificar
al uno mientras se le condena al otro como se suele hacer?
Sin duda que vivimos en un mundo extraño, y al final de cuentas quienes se ríen de los ovnis, en su interior, como cualquier ser pensante, realmente desearían saber si existe vida más allá de nuestro planeta. Pero el punto central a tener en cuenta es ¿Por qué un tema asequible y probable como la vida en otros mundos está consistentemente condenado al ostracismo, mientras que una institución basada en inverosimilitudes y hechos jamás comprobados en cambio goza tan a menudo del respaldo del Estado?
Sin duda que vivimos en un mundo extraño, y al final de cuentas quienes se ríen de los ovnis, en su interior, como cualquier ser pensante, realmente desearían saber si existe vida más allá de nuestro planeta. Pero el punto central a tener en cuenta es ¿Por qué un tema asequible y probable como la vida en otros mundos está consistentemente condenado al ostracismo, mientras que una institución basada en inverosimilitudes y hechos jamás comprobados en cambio goza tan a menudo del respaldo del Estado?
“El respeto irreflexivo por la autoridad
es el mayor enemigo de la verdad.”
Albert Einstein
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