"Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. La verdad puede ser descubierta por cualquiera de nosotros, sin la ayuda de autoridad alguna; al igual que la vida, está siempre presente en un sólo instante"

Jiddu Krishnamurti

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Saturday, April 13, 2024

Utopía y progreso

 

La traducción literal de la palabra utopía, término que nos viene del griego, es: no lugar, o ningún sitio. Generalmente esta expresión hace referencia al concepto de una sociedad ideal con un sistema político, económico y legal perfecto, libre de injusticias y en donde el ser humano viva feliz y satisfactoriamente sin conflictos ni carencias. En pocas palabras, un idílico inexistente lugar.
El ser humano lejos de ser perfecto, es falible, precario, frágil, y todo lo que piense y construye necesariamente estará propenso a la equivocación. Es parte de su naturaleza. Pero como dice la sabiduría popular: los errores enseñan. La vida también se trata de eso: de aprender constantemente del pasado en la búsqueda por el mejoramiento. Aunque la utopía sea un concepto ficticio o quimera, hay que reconocer que es precisamente ese ideal el que nos sirve de ímpetu en la búsqueda por la superación de la condición humana. Es ese anhelo el generador de sueños, el que abre el espacio e incita a que tenga lugar el cambio permitiendo así el desarrollo y avance de la humanidad. “La utopía es el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor” dijo el escritor francés Anatole France. Está, desde luego, en la iniciativa y voluntad del hombre desear su mejoramiento así como aprender de su experiencia.
Las utopías siempre han estado presentes en la consciencia humana, desde los días de Platón hasta los nuestros, y quizás nuestra realidad actual sea la incubación de alguna utopía soñada en el ayer, parafraseando a un filósofo argentino. O posiblemente sea la naturaleza de la civilización en sí la de encontrarse en una perenne insatisfacción y por tanto interminable búsqueda del cambio.
Algunos hablan no de una utopía futura, sino de una pasada, representada en el bíblico jardín del Edén o en la mitológica Edad de Oro griega; y nuestra época actual como un retroceso en la condición humana producto de algún castigo divino o de desventuradas decisiones tomadas en aquel pasado utópico.
Pero en el supuesto caso de llegar a concretarse en algún futuro ese mundo ideal y perfecto, significa que el hombre ya no tendría anhelos, ni en qué soñar, por haber alcanzado la perfección y la satisfacción plena. O Más bien significaría su muerte, como diría el escritor Bernard Shaw. Quizás por ello los antiguos griegos, en su sabiduría y pragmatismo, apropiadamente lo definieron como el “no lugar”. No es el concepto, ese ilusorio punto de llegada lo importante ni en lo que hay que concentrarse, sino en el camino que hay que recorrer para llegar.

“La búsqueda de la verdad es más preciosa que su posesión”
Albert Einstein

Saturday, March 4, 2023

Lo que muchos han visto

 

Había dejado escrito Adolfo Hitler en su “Mein Kampf” que mientras mas grande la mentira, mas rápido la gente se la cree. Es un hecho cierto, pues la Iglesia Cristiana lo viene demostrando desde hace dos mil años.

Esto no equivale a negar los relatos bíblicos, Dios, ni los milagros de Jesucristo; sino mas bien indica la predisposición del común de las personas en adherirse ciegamente a postulados simplemente porque son pronunciados por figuras de poder, la institucionalidad, o sostenidos por la tradición. Pero he aquí la interrogante: ¿cuantas personas han efectivamente visto a un hombre caminar sobre el agua?

Los ovnis son avistados a diario alrededor del mundo constituyendo un numero de casos reportados a las autoridades que ronda en los millones desde la década de los 50, mientras que la única evidencia de los portentos bíblicos son precisamente los mismos evangelios. Sin embargo, se tiende a dudar de los primeros mientras que se acepta, y a menudo de manera fervorosa y ciega, los segundos. En otras palabras, una posibilidad razonable como la ubicuidad de la vida en el universo (y por ende la legitimidad de muchos ovnis avistados) tiende a ser considerada en general por el hombre común como una extravagante casualidad; mientras que milagros, relatos inverosímiles, violaciones de leyes físicas y un inconmensurable incomprensible Dios del universo son asumidos como evidentes por las religiones y por el mismo hombre común.

En este mundo al revés, lo sensato se ha convertido en una improbabilidad; y lo extraordinario en normalidad.

En resumen: muchos creen en lo que pocos han visto, mientras que pocos creen en lo que muchos han visto.

 ¿No es acaso esta situación confirmación de la frase de Hitler

 

"Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados"

    Mark Twain

Saturday, September 12, 2020

Dios tiene trasero


Para el incauto este enunciado pudiera parecer una blasfemia. Pero de ningún modo lo es, puesto que quien manifiesta dicha expresión no es nada más ni nada menos que el mismísimo dios del Antiguo Testamento, específicamente en el último versículo del capítulo 33 del libro Éxodo cuando Moisés, al exigirle a Jehová una muestra de su gloria, este le responde: “verás mis espaldas, pero no se verá mi rostro.” 

En numerosas referencias bíblicas el dios Jehová da muestras de ser un sujeto físico material de carne y hueso, y no una entidad espiritual incorpórea. Nada más en este capítulo del Éxodo en el versículo 11 dice así: “Jehová hablaba con Moisés cara a cara, como habla cualquiera con su compañero.” En el versículo 17 dice Jehová: “has hallado gracia a mis ojos”. Y también en el último versículo 23 cuando Jehová le indica a Moisés: “Después apartaré mi mano”. Es decir, Dios tiene espaldas, mano, cara, ojos, rostro y habla como cualquiera.

Quizás sea por eso mismo que Moisés le exige a Jehová una muestra de su gloria, una prueba de sus capacidades. En otras palabras, Moisés es consciente de no tener ante sí al intangible Creador del universo, sino un ser físico, ciertamente más poderoso que el hombre y posiblemente extraterrestre, pero un ser falible, tangible al fin y perteneciente al mundo material, un “dios menor” si se quiere. Efectivamente, el hecho de que llevara un nombre era precisamente para distinguirlo de los demás dioses similares que en aquella época merodeaban por aquellas zonas y que resultan en el texto bíblico. Es aquí donde cobra sentido el primer mandamiento de Jehová a Moisés cuando le prohíbe tener dioses ajenos y se auto declara celoso. Es decir, el mismísimo Jehová abiertamente admite tener pares. ¿Que necesidad tendría el Creador del universo de semejante advertencia, si es el único?

En el último versículo de este mismo capítulo queda claro que Jehová tampoco es omnipotente, ya que es incapaz de controlar su propia fuerza. Jehová accede mostrar su gloria, pero le advierte a Moisés de protegerse colocándose detrás de una roca puesto que, al pasar, nadie puede verlo y seguir viviendo. Le instruye que solo podrá verlo una vez que haya pasado y desde la parte posterior. Si bien la interpretación metafórica del texto bíblico sea admisible, ¿por qué razón ha de ser la gloria divina tan mortal?, ¿que es exactamente? Su letalidad además es unidireccional, de frente, como un arma. ¿Y por qué esta connotación tan negativa con la supuesta divinidad? 

Es decir, a dios no se le puede ver el rostro por peligro de muerte, pero sí el trasero. Es una conducta extraña, por decir lo menos, en particular si se tratare del Creador Universal, que ciertamente no lo es. El gran pintor y genio del Renacimiento Miguel Ángel plasma dicho episodio en la Capilla Sixtina mostrando explícitamente la trascendental retaguardia divina, tal vez queriéndonos indicar que en alguna manera todo este asunto quizás sea una enorme tomadura de pelo, o como dicen los italianos: ¿una tomadura por el trasero?

 

“La religión es considerada por la gente común como verdadera, por los sabios como falsa, y por los gobernantes como útil”.

Séneca

Sunday, June 7, 2020

Infinito, finito y Dios


Muchos sostienen que el infinito es un mero concepto de la mente humana, como algo puramente abstracto y sin base alguna en la realidad. Pero son aun menos los que reconocen que exactamente lo mismo se pudiese decir sobre Dios.
Los astrónomos y filósofos aun hoy en dia se debaten sobre si nuestro universo es de hecho infinito o no; y no es una cuestión irrelevante. Pero la pregunta difícilmente haya respuesta ya que, de ser el universo infinito, pues nunca será corroborable, puesto que por definición nunca alcanzaríamos sus inexistentes fronteras. En otras palabras, el infinito es una cuestión de creencia, similarmente a la fe que se tiene en un incomprobable Ser todopoderoso del universo.
Sin embargo, aun así, existe un simple experimento mental que nos permite vislumbrar que el universo sí es infinito. Si viajando por el cosmos llegásemos algún dia a chocar contra alguna forma de barrera la cual nos indicaría que hemos llegado al punto final del universo y comprobando así su finitud, en ese momento surgen dos interrogantes importantes. Primera, quien determinó en ese punto específico su límite, y por qué colocarlo precisamente allí, y no, digamos, algunos metros antes, o más allá. Pero segunda, y mas significativamente, ¿que habrá en el otro lado? El solo hecho de que la mente nos da la posibilidad de proponernos esta incógnita contemplando una existencia ulterior, es una prueba de que, al no cesar las interrogantes, efectivamente vivimos en un universo infinito. 
La religión cristiana desde la edad media ha sostenido que solo Dios es infinito, implicando al universo físico en un segundo plano y no digno de igual gloriosa infinidad o divinidad. Es una visión unidimensional, particular, adoptada por conveniencia y que deriva de la presuposición teológica, de aquella Primera Causa de Aristoteles. La ciencia a su vez presume que el cosmos tuvo inicio mediante una enorme explosión, el Big Bang; pero no hay que olvidar que esta teoría no es necesariamente la realidad, sino un modelo establecido por el hombre en un intento por explicarla. En contraste, de ser el universo infinito significa que no pudo haber sido creado, ni que tuvo un inicio, puesto que por definición el infinito no tiene principio. Es decir, existe una incompatibilidad entre el concepto de infinito y el de un creador del universo, asi como con el big bang. 
En fin, entre universo infinito y finito, todo se resume a la visión particular cosmológica que deseemos adoptar. Y, por supuesto, tambien depende de cómo definamos a Dios: si como un Ser Supremo existente en algún plano superior pero separado de su creación tal como lo implican varias religiones y en particular la cristiana; o, en cambio, como el Dios de Giordano Bruno y de Spinoza, inmanente en toda la existencia, continuo, en donde Dios es todo y todos somos Dios, y equivalente al infinito mismo conjuntamente con toda la existencia.

Que un entendimiento finito no puede comprender lo infinito”.
Baruch Spinoza, Filósofo neerlandés

Thursday, November 7, 2019

Máxima supremacía


   Creer en un Ser Supremo, Creador o Dios, es decir en una entidad rectora del universo entero, equivale a incurrir en una forma de supremacía. No cualquiera, sino su máxima expresión. Y el religioso, sin saberlo, es quien mejor personifica este enunciado. Si bien existen todo tipos de supremacías como la racial, la militar, supremacía geopolítica, deportiva, etc.; ¿cuál mejor expresión de superioridad absoluta que la de creer en un Ser que crea, rige, juzga y sostiene la totalidad del universo entero? En otras palabras: creer en Dios equivale a ser un supremacista. 
El dios que tantas religiones presuponen situado en la cúspide de un cosmos jerarquizado es un Ser que lidera el escalafón universal en el cual todas las cosas existentes forman parte. Pero es menester reconocer que esta visión particular del universo es una suposición del hombre, un concepto particular asumido y no necesariamente un reflejo de la realidad cósmica universal.
Esta presuposición de un cosmos estructurado con un Ser Supremo Omnipotente en su cima constituye la base y justificación de los sistemas autoritarios y la aplicación de la jerarquía del poder en nuestras sociedades. La organización piramidal conformada en su cúspide con el Rey, Papa o representante demócrata, es entonces una disposición terrenal que refleja el supuesto orden celestial. El poder por conveniencia y necesidad ha siempre apoyado esta visión particular de un cosmos jerarquizado, y por ende de Dios.
Esta perspectiva se contrapone drásticamente a la de un universo libre, ecuánime, anárquico, sin Ser Supremo, cúspide, barreras, principio, ni fin; es decir un universo infinito. La visión panteísta es compatible con la de un universo infinito en donde Dios es inherente en toda la existencia, y no exclusivamente en algún plano superior, trascendente. Según el panteísmo la divinidad está en toda la realidad, es inmanente en todas las cosas sin exclusión alguna; lo que estructuralmente descarta un cosmos constituido con un centro o cúspide y un ente supremo. Promulgadores de este tipo de visiones han sido opuestos por la Iglesia por considerar dichos conceptos heréticos. Giordano Bruno, quien quizás sea el caso mas emblemático, fue condenado a la hoguera por tales ideas. No sin razón, y viéndolo como una amenaza al orden jerárquico eclesiástico, el Papa Pio IX decide en 1864 formalmente condenar al panteísmo.
El religioso podrá aludir no ser un supremacista ya que según él Dios es el único ser supremo. Pero es una exclamación algo ingenua por jamás haber considerado a profundidad las implicaciones de vivir en un universo infinito, y también por relegar su capacidad de discernimiento a un poder terrenal que se arroga el derecho de interpretar el cosmos a su conveniencia e imponer su visión particular.

"Nuestro propósito en este universo es darle un propósito al universo"
Anónimo 

Wednesday, July 31, 2019

Ovnis y la discordancia católica


    Es un dato inexorable que existe un mayor numero de casos de avistamientos de ovnis que de hombres que caminan sobre el agua. Según números de las Naciones Unidas, desde 1947 unas 150 millones de personas en el mundo han observado objetos de procedencia desconocida cruzando por los cielos del planeta. 
Es decir, el fenómeno ovni, aunque no constituya una cotidiana normalidad, es desproporcionadamente masivo con respecto a reportes de seres humanos que vuelan o caminan sobre el agua. Y, sin embargo, mientras muchos cristianos muestran escepticismo ante el tema ovnis-extraterrestres, al mismo tiempo son ingenuamente crédulos en cuanto a las afirmaciones sobre un hombre que hace dos mil años atrás lograba caminar sobre el agua. Hay que aclarar que el milagro de Jesús en el mar de Galilea fue presenciado solamente por sus discípulos, o sea un reducido grupo de individuos. Pero, paradójicamente, son muchas más las personas que creen en los prodigios narrados en los evangelios, que las que creen en el fenómeno ovni, el cual, a diferencia de las anécdotas evangélicas, goza de abundante evidencia, mucha de la cual corroborada y además proveniente de fuentes conocidas e indiscutiblemente fidedignas. 
Hay que tener en cuenta que ni el sacerdote, ni el Papa, ni sus padres ni familias, ni los 266 papas que han precedido al actual con la excepción del primero, San Pedro, ninguno ha presenciado en persona los milagros y portentosos eventos en torno a la vida de Cristo y en los cuales se basa la institución católica.
El mundo cristiano está compuesto por mas de mil millones de personas. La enorme discrepancia tan común en el creyente es precisamente esa: su proclividad en aceptar ciegamente aquello que jamás ha presenciado, inverosímil e inclusive de difícil comprensión; pero renegar algo tanto más mundano, viable y quizás menos portentoso, pero a la vez sumamente mas fascinante y concreto como lo es un universo en donde la vida sea una ubicuidad. 
Extrañamente pareciera ser que vivimos en un mundo al revés: en el cual pocos creen en lo que millones han visto, y millones creen en lo que pocos han visto. De dónde proviene esta enorme discordancia y porqué es tan fecuente y escasamente reconocida resulta fundamental para comprender nuestro mundo, el universo y la naturaleza de la realidad. 

Sunday, February 24, 2019

Innovar, al estilo Einstein


Ante la pregunta de un alumno suyo sobre la mejor manera de llegar a ser un gran científico, Albert Einstein, hombre sabio que fue, le respondió lo siguiente: "Si quieres ser un gran científico, dedícate un cuarto de hora al día a pensar todo lo contrario a lo que piensan tus amigos." Si hay algo que distingue a los grandes genios de la historia es su excentricidad y personalidades algo fuera de lo ordinario. Pero lo que realmente hace a un gran innovador, además de su osadía, es la creatividad y originalidad de su pensamiento.
De no haber existido en el pasado personalidades con visiones excéntricas y fuera de lo convencional y establecido, no hubiesen existido innovaciones, descubrimientos ni cambios, y seguramente nos encontraríamos hoy día viviendo una realidad estática con escasa evidencia de progreso alguno. La historia está repleta de episodios en donde personajes “atrevidos” y “rebeldes” han desafiado la visión predominante de la época con ideas innovadoras sin embargo consideradas incomprensibles o irrisorias en los tiempos en los cuales fueron expuestas. Que nuestro mundo se encontrare en movimiento por el espacio fue una idea revolucionaria y trascendental para la humanidad expuesta por Galileo durante el Renacimiento. En su momento fue un concepto considerado absurdo y hasta una locura, pero también porque, considerando el conocimiento de aquel entonces, en realidad iba en contra de la lógica, razón y sentido común (los de la época por supuesto).
El anterior es tan solo un ejemplo, aunque entre los más significativos, de los numerosos casos que existirán en la historia en donde ideas innovadoras han tenido que enfrentarse ante el poder establecido, a las verdades del momento y a sus ardientes defensores. No todos triunfaron con sus ideas y muchos debieron retractarse ante el peligro de la exclusión o la condena desapareciendo así de la historia (aunque no necesariamente sus aportes). Sin embargo, lo que ciertamente distingue a muchas de aquellas personalidades es esa capacidad de nadar contracorriente e ir más allá de las normas y confines de lo ordinario.
Contrariar simplemente por sostener una postura diferente, como hacen muchos, no es señal de inteligencia ni entendimiento, sino generalmente reacción, una especie de reflejo condicionado con escasa evaluación y estudio de la situación. El cuarto de hora de Einstein se refiere precisamente a eso, no a contrariar por contrariar, sino reconsiderar parte de las verdades general y comúnmente aceptadas; y con aplicación mental considerar perspectivas diferentes y tomar en cuenta alternativas poco o aun no exploradas precisamente por encontrarse fuera de lo convencional, o por aparentar ser absurdas.

"Si no chocamos contra la razón nunca llegaremos a nada". 
Albert Einstein